Hay historias en las que nos podemos permitir el lujo de desgranar su trama para que el lector se sienta atraído a hacerse con ella, en este caso creemos que sería un grave error privarle de disfrutar cada giro de guion.
Personajes:
María José Sagasta (Mery): La mujer sobre la que gira la trama, es extremadamente hermosa y de carácter débil y enamoradizo. Y es ese carácter enamoradizo lo que la lleva a casarse demasiado pronto con el que pensaría que sería el amor de su vida, pero que resulta tener debilidad por las relaciones extramaritales. Pero todo tiene un límite y esta historia comienza con la gota que colmó su vaso.
Miguel Larraz: El marido de Mery, un tipo demasiado ambicioso y mujeriego, dos características que le han acompañado toda la vida y que encontraron en Mery a la mujer florero perfecta para dejarlas aflorar con libertad, sin reproches ni acusaciones.
Comisario Álvarez: Jefe de la comisaría de distrito Centro en Madrid. Si la responsabilidad y la diligencia tuvieran un nombre sería el suyo. Orgulloso padre de familia, entiende su profesión como la oportunidad de ofrecerles a sus hijos un mundo mejor.
Detective Valcárcel: Todo lo contrario al comisario, un Martin Riggs (Mel Gibson en Arma Letal) a la española. Atractivo, descarado, canalla y con una vida demasiado disoluta para su edad. Una característica de sí mismo que le atormenta.
Detective Óscar Suárez: Si Valcárcel es Martin Riggs, Suárez es Sonny Crockett (Don Johnson en Corrupción en Miami), un dandy en las formas y mucho más centrado que su compañero, resultando el contrapeso perfecto de la pareja de detectives.
Raquel Peral: Brillante licenciada en Derecho que decide montar su propio bufete de abogados, Estrada & Peral, gracias a la financiación que le aporta su madre, de ahí que decidiera añadir su apellido en el nombre. Es despierta, lanzada y sin un pelo de vergüenza. No es especialmente bella pero sabe utilizar sus armas gracias a poseer un carisma arrollador.
Guillermo Llorente: Un tiburón de la política para el que el medio es irrelevante, lo importante es conseguir el fin, y desde que tenía uso de razón supo que ese fin era estar en lo más alto de la pirámide. Y lo conseguiría costara lo que costara.
Guadaña: Nunca fue a una guerra, porque la guerra siempre iba consigo. Sí que le ofrecían destinos con los que alimentar su apetito y aumentar su pericia. Un bisturí de precisión o la cabalgada de los cuatro jinetes del Apocalipsis, podía ser todo aquello que quisiesen los mandas y serlo con una eficacia aterradora. Aunque lo que realmente daba miedo no era su talento con un fusil, eran los demonios que aullaban en su mente.